viernes, 22 de agosto de 2008

Mas importante es un "paraco" que cualquier otro colombiano



Extraido del un pasquin edicion 34 - por Enrique Parejo González

Una reclamación farisaica

El Presidente Uribe ofende la inteligencia de los colombianos cuando, después de haber sostenido con vehemencia la bondad de una decisión tomada por él, pretende convencer de que la decisión contraria es la que en realidad le conviene al país.
Durante mucho tiempo el Presidente Uribe sostuvo que no era conveniente extraditar a los paramilitares porque se necesitaba que colaboraran, aquí en el país, en el “proceso de paz” que se adelantaba con ellos. Por esa razón, dispuso que, en aquellos casos en que hubiera solicitud de extradición, ésta se aplazara hasta cuando el Presidente mismo certificara que los paramilitares habían incumplido los compromisos adquiridos dentro de ese proceso.
Posteriormente, de manera intempestiva, el Presidente tomó la determinación de extraditar a 14 paramilitares, que fueron entregados de inmediato a las autoridades norteamericanas, para que los juzgaran por el delito de narcotráfico. El Presidente argumentó que se les extraditaba porque habían violado las normas de la Ley de Justicia y Paz.
En un principio, por razones lógicas –aun cuando la lógica no es la que motiva las decisiones del Gobierno– los colombianos pensamos que, si habían violado dicha Ley, ellos no tenían derecho a seguir amparados por sus disposiciones, ni a las enormes rebajas de pena que ella contemplaba. Sin embargo, pocos días después, el propio Gobierno manifestó que la extradición no les hacía perder los beneficios de dicha Ley. Y no dio explicación alguna sobre ese cambio brusco y radical de su interpretación sobre los efectos de la violación en que habían incurrido.
¿Es que, acaso el Presidente nos cree tan débiles mentales como para no recordar que
él, cuando comenzó el proceso de diálogo con los paramilitares –casi todos ellos autores de horrendas masacres–, presentó al Congreso un primer proyecto de ley, llamado de Alternatividad Penal, en el que, conforme a la exigencia de aquellos, no preveía ni un solo día de pena privativa de la libertad para ninguno de los paramilitares?
¿Creerá que no somos capaces de recordar que, ante el riesgo de intervención de la Corte Penal Internacional en sus procesos, ese primer proyecto fue sustituido por otro, en el que se señalaba una pena que oscilaba entre un mínimo de 3 y un máximo de 8 años de prisión, con una deducción de hasta 18 meses por el tiempo de permanencia en “zonas de concentración”?
Los colombianos recordamos muy bien cómo, en el Congreso, se elevó la pena mínima de 3 a 5 años y que la Corte Constitucional, al revisar la Ley, declaró inexequible la norma que preveía dicha deducción e hizo obligatoria la confesión de la totalidad de los crímenes cometidos por cada uno de los destinatarios de la Ley, para poder tener derecho a esos beneficios.
Recordamos muy bien que, por lo menos, uno de los paramilitares extraditados había sido condenado por la justicia colombiana, por una sola de las masacres cometidas por él, a la pena de 40 años de prisión. Y que el Presidente evitó que esa pena se le aplicara, al designarlo vocero de los paramilitares dentro del proceso de diálogo con ellos. ¡No se puede encontrar en el mundo un acto de mayor connivencia y lenidad con el crimen!

Para ganar la paz como me dijo un forista hay que ceder en algunas cosas, yo le comentaba que de por si la justicia debe ser igual para todos, pero una cosa es ceder y otra muy distinta lamerles las bolas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El proceso de reinsercion me parece bueno, lo malo es la ejecucion, siento como si las victimas del conflicto fueran la piedra en el zapato del proceso, creo que la reparacion no deberia ser dinero, deberia de ser... JUSTICIA